martes, 16 de junio de 2009

ARTICULO EN EL PAIS SOBRE EL RODAJE EN CURSO



Aquí esta el articulo que Gabriela Wiener escribió para El País relatando su experiencia voyeur durante el rodaje de una de las escenas de nuestra peli postporno. A ver que os parece...

UN RODAJE ‘POSPORNOGRÁFICO

Escena1: Me dejan en la puerta de una ruinosa fábrica de L’Hospitalet al lado de un colegio del Opus Dei. El taxista me dice “allá usted”. La puerta se abre. Dentro, dos chicos jovencitos chutan una pelota. Pero no son chicos, al menos uno tiene tetas: entonces son una chica y un chico. ¡No, éste habla como una chica! ¿Qué diablos son? No entiendo nada.
El proyecto de Elena y Majo, del colectivo PostOp, funciona porque ya no sabes quién es qué… y no te importa. Haz el bien sin mirar a quién. Me han invitado al rodaje de su “primer largo
pospornográfico” en este hangar donde alguna vez se celebró la Queeruption, un encuentro internacional para sexualidades queer; esto es, que reclaman una identidad distinta a la biológica y odian “a los eurogays”. Su objetivo es desestabilizar, confundir, cuestionar la pornografía dominante y el binomio hombre-mujer, e incluir a todos aquellos desterrados del género XXX: “supuestas bolleras, supuestos transgéneros”, y siguen nombres innombrables. ¿Qué soy yo? Para los pospornográficos, basta decir que un cuerpo sexuado.
Luces, cámara, acción. Con vosotros, las nuevas pospornstars. Neo: biomujer que se nombra en femenino, pero que luce como un electrorockero —cresta y ropa de niño—, interpreta a una dj. Y Majo: biomujer que se nombra en femenino pero que lleva colgado un zapato de tacón en el cuello como manifiesto antifemeneidad.

Escena 2: Estoy detrás de una furgoneta con Ana, asistente de dirección. Es el debut porno de Neo y se siente tan tímida que nos ha obligado a ver la escena a varios metros. Me siento una vouyerista de sexo callejero. El guión está en construcción. Lo único que sabemos es que hay escenas sexuales queer y que los diálogos tendrán mogollón de contenido político. Esta escena sigue a la escena de la rave en la que Majo se ha ligado en plan chulazo a la guapa dj. Sus personajes cancanean hasta que esnifan unas rayas. Pronto ambas dejan flotar sus dildos negros, Neo desde la riñonera, pero Majo lo lleva en un arnés en la pierna, lo que permite “tecnopenetraciones a ritmo de rodilla”.

Escena 3: Majo está en plena faena con Neo. Desde mi sitio, detrás de la furgo, parece una escena hetero sin más, pero, de pronto, Majo desnuda a Neo y revela sus delicados pechos de mujer. Los lame. Elena dice “corten”. Necesita más luz. Me acerco a las actrices. En realidad, ni siquiera son actrices, son pandilla. Ambas tienen todavía los aparatos colgando y los condones puestos. “Yo siempre estoy cachonda”, dice Neo echándose a reír. En este rodaje porno no hay lugar para gatillazos. Pero ya vuelven a la carga. Neo le arranca las medias a Majo. “Qué buena, tío”, me dice Ana. ¿Tío? ¿Tía? ¿Importa que yo sea una especie de hetero con tendencias lésbicas? ¿Me define también el hecho de haberme enamorado de gays y de que mi marido esté harto de que le pida que se enrolle con tíos? ¿Puedo ser un personaje pospornográfico? Me miro con mis pelos de Pocahontas, mi jersey rojo atigrado y mis pantalones de Annie Hall y sé que no pasaré el casting. Hoy no.

Hay una manera de hacer porno que desafía al erotismo tradicional, cuestiona roles sexuales
y apoya todos los transgéneros. El colectivo PostOp nos invita a una de estas grabaciones.

TEXTO: GABRIELA WIENER

Sexo, periódico el Pais

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